LAS LIMITACIONES DEL MÉTODO CIENTÍFICO PUEDEN SER CLASIFICADAS EN TRES GRUPOS:
1) la duda respecto a la validez de la inducción; 2) la dificultad de sacar inferencias de lo que ha sido experimentado a lo que no lo ha sido, y 3) aún admitiendo que pueda haber inferencia a lo que no ha sido experimentado, subsiste el hecho de que tal inferencia puede ser de un carácter extremadamente abstracto, y dé, por consiguiente, menos información de la que resulta cuando se emplea el lenguaje ordinario.
1) Inducción.- Todos los argumentos inductivos en último extremo se reducen en sí mismos a la forma siguiente: “Si esto es verdad, aquello es verdad; ahora bien, aquello es verdad, luego esto es verdad”. Este argumento es, naturalmente, sofístico del todo. Suponed que yo dijese: “Si el pan es una piedra y las piedras son alimenticias, entonces el pan me alimentará; ahora bien, este pan me alimenta, por consiguiente es una piedra, y las piedras son alimenticias”. Si defendiese argumento parecido, sería tomado por tonto, y, sin embargo, no sería fundamentalmente diferente de los argumentos en que se basan todas las leyes científicas. En ciencia siempre argüimos que puesto que los hechos observados obedecen a ciertas leyes, otros hechos en la misma región obedecerán a las mismas leyes. Podemos verificar esto subsiguientemente en una región mayor o menor; pero su importancia práctica está siempre en aquellas regiones donde aún no ha sido verificado. Hemos comprobado las leyes de la estática, por ejemplo, en innumerables casos, y las utilizamos al construir un puente; respecto a éste, no son comprobadas hasta que vemos que el puente se sostiene; pero su importancia radica en que nos capacitan para predecir de antemano que el puente se tendrá en pie. Es fácil ver por qué pensamos que el puente se tendrá erguido; se trata sencillamente de un ejemplo de los reflejos condicionados de Pavlov, que nos impulsan a esperar todas las combinaciones que hemos experimentado frecuentemente en el pasado. Pero si hay que cruzar un puente en un tren, no le consuela al viajero el saber por qué el ingeniero piensa que es un buen puente; lo importante es que sea un buen puente, y esto requiere que sea válida su inducción de las leyes de la estática en casos observados a las mismas leyes en casos no observados.
Ahora bien; desgraciadamente, nadie hasta ahora ha presentado ninguna buena razón para suponer que esta clase de inferencia sea buena. Hume hace cerca de doscientos años arrojó dudas sobre la inducción, como, en realidad, sobre muchas otras cosas. Los filósofos se indignaron e inventaron refutaciones contra Hume, que fueron aceptadas a causa de su extremada oscuridad. Durante mucho tiempo los filósofos procuraron ser ininteligibles, pues de otro modo todo el mundo se hubiera apercibido de su fracaso al contestar a Hume. Es fácil inventar una metafísica que tenga como consecuencia hacer válida la inducción y muchos hombres lo han hecho; pero no han presentado ninguna razón para creer en su metafísica, excepto que era agradable. La metafísica de Bergson, por ejemplo, es indudablemente agradable; como los cócteles, nos permite ver el mundo en una unidad, sin distinciones bien marcadas, y todo ello con deleitosa vaguedad. Pero no tiene mejores títulos que los cócteles para ser incluida en la técnica de la persecución del conocimiento. Puede haber razones válidas para creer en la inducción, y en realidad nadie puede dudar de ello; pero hay que convenir que, en teoría, la inducción sigue siendo un problema de lógica no resuelto. Como esta duda, sin embargo, afecta prácticamente al conjunto de nuestro conocimiento, debemos prescindir de ella, y dar por sentado pragmáticamente que el procedimiento inductivo, con la adecuada cautela, es admisible.
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